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BCCR aconseja monitoriar cuatro tipos de cambio

El BCCR ha hecho pública su intención de combatir la inflación mediante la adopción de un esquema de metas de inflación (inflation targeting) y esto obliga al uso de un sistema de bandas cambiarias. Su análisis ha tomado años y no es una decisión carente de estudio, especialmente considerando que el régimen de minidevaluaciones le ha dado estabilidad a nuestra economía. La tasa de inflación en Costa Rica es la segunda más alta de Latinoamérica, sólo después de la de Venezuela y se quiere que sea de menos del 10% anual, para entre otras cosas, ofrecerle estabilidad a los inversionistas extranjeros que se quieran ubicar en nuestro país. Como parte de este esquema son necesarios ciertos ajustes, entre los que destacan el traslado de las pérdidas que arrastra el ente emisor al Ministerio de Hacienda y la puesta en marcha de un sistema de bandas deslizantes, en un esquema de flotación administrada (managed floating). Este esquema, puesto en práctica en países como Chile, México, Israel, Ecuador, Uruguay y Colombia, ha sido el preámbulo de un sistema cambiario totalmente abierto, autorregulado por el propio mercado, según la ley de la oferta y la demanda. Costa Rica no es la excepción. El propio BCCR ha hecho pública su intención de migrar el actual sistema de minidevaluaciones a un sistema de mercado libre en un horizonte de tiempo aún no determinado y como primera etapa un sistema de bandas.

El esquema se basa en varios pilares: la credibilidad en el Banco Central y su compromiso de lucha contra la inflación, el traslado de las pérdidas acumuladas por el ente emisor al Ministerio de Hacienda, la apropiada posición en reservas monetarias internacionales, la transparencia e información del mercado que impida movimientos especulativos, el control del déficit fiscal, la captación de recursos del público directamente por el Banco Central como un emisor más, profundización del uso del Sistema Interbancario de Negociación y Pagos Electrónicos (SINPE) y finalmente la firma del Tratado de Libre Comercio entre otros. Aún en puertas de esta transformación, el comportamiento futuro del tipo de cambio es verdaderamente impredecible. Algunos expertos afirman que tenderá a la baja, mientras que otros afirman que subirá. En los países en que se ha implementado ha tendido al alza.

Con el nuevo sistema, el tipo de cambio en una fecha futura ya no va a ser predecible, lo que será un desestímulo al ingreso de capitales especulativos (en busca de aprovechar un diferencial de tasa de interés); se espera que el fenómeno de dolarización se revierta paulatinamente y que al no estar obligado el Banco Central a comprar y vender dólares para aumentar o disminuir la oferta de divisas y regular el tipo de cambio, no habrá emisión monetaria que impulse la escalada en el nivel de precios.

La entrada en vigencia del sistema de bandas conlleva en esencia, el traslado de un factor de riesgo. La predictibilidad del tipo de cambio ha propiciado la dolarización de la economía, de la que no escapa incluso la deuda pública, ha originado un riesgo cambiario que hasta la fecha en mayor medida ha asumido el ente emisor y ahora, se trasladará a los agentes económicos, empresas y público en general. En adelante, el Banco Central hará únicamente un anuncio diario del nivel superior e inferior de la banda entre la que podrá oscilar el tipo de cambio libremente sin intervención estatal, sin indicación de un tipo de cambio de referencia. Al principio esta banda será del 2% y con el tiempo se irá ampliando de modo gradual.

En los países en que se ha implementado el sistema de bandas, esta ha iniciado en alrededor de un 2% hasta llegar al 10%. Al tipo de cambio actual sería una banda que estaría situada entre los ¢510.00 y los ¢530.00 por dólar, si la brecha fuera del 10%, a los tipos de cambio actuales estaría fijada entre los ¢470.00 y los ¢570.00 por dólar. Parte de las exigencias de este sistema demandan que el Banco Central no intervenga en tanto el tipo de cambio no sobrepase los límites de la banda. Mientras el tipo de cambio se desplace dentro de los márgenes establecidos no habrá intervención estatal. En los otros países en los que se ha implementado, el ente emisor ha intervenido en cuatro o cinco ocasiones, de lo contrario, se volvería al esquema actual, ejerciendo nuevamente presión sobre el nivel de inflación y neutralizando el efecto que se quiere dar, sin mencionar la pérdida de credibilidad. Naturalmente que el patrimonio de las empresas será sensible a cambios drásticos dentro de estos márgenes y que lo mismo que podrían provocar ganancias, también podrían experimentar pérdidas, de la noche a la mañana con poca o casi nula posibilidad de que el gobierno pueda intervenir para revertir la situación.

El mercado cambiario costarricense aún está expuesto a ataques especulativos que lleven al alza o a la baja el tipo de cambio, el déficit fiscal está muy lejos de estar resuelto, la balanza comercial del país sigue siendo deficitaria, la afluencia de dólares producto de la inversión extranjera directa depende en mucho de la aprobación del tratado de libre comercio, lo mismo que la permanencia de empresas como Intel, de la que dependemos en gran medida para nuestras exportaciones y de su flujo de dólares, las pérdidas del Banco aún no han sido trasladadas al Gobierno Central, y los precios del petróleo están en niveles récord. Con estos compromisos pendientes aún sin solución, es comprensible que la predicción del tipo de cambio, aún en el corto plazo sea incierta. Conforme los márgenes de la banda se vayan ensanchando esta tarea se irá dificultando aún más.

Las estructuras de gastos e ingresos de las empresas, lo mismo que su exposición cambiaria son invariables en el muy corto plazo y ante una situación en la que el tipo de cambio puede oscilar al alza o a la baja en cuestión de días e incluso de horas, con márgenes tan amplios, la labor de monitorear las tasas de cambio será fundamental. Más aún cuando se opere en esquema de mercado libre cambiario. De otro modo, las empresas sin proponérselo podrían estar experimentando ganancias y aún pérdidas sustanciales derivadas de las diferencias de cambio de manera inadvertida.

Los sistemas de información que tenga la empresa deben ser capaces de ajustar en tiempo real las operaciones ligadas al tipo de cambio, de modo que diariamente reflejen apropiadamente las ganancias o pérdidas experimentadas por este concepto, las correctas valuaciones de activos y pasivos en moneda extranjera, de tal manera que permitan incorporar correcciones antes que sea tarde. Deben convertirse en verdaderos mecanismos de alerta temprana, porque en síntesis el esquema cambiario propuesto conlleva un factor de riesgo que no puede ser eliminado, pero sí controlado y lo más importante será la toma de decisiones basadas en información oportuna y suficiente. Ya que la tasa de cambio lo mismo puede subir que bajar, el momento en que se compran dólares y la entidad en que se adquieren para pagar a proveedores las importaciones o el momento que se venden los dólares producto de las exportaciones para cancelar gastos locales como salarios y servicios, cobra vital importancia, porque una apropiada administración de estos conceptos podría originar ganancias y de otro modo acarrear pérdidas. Todo sin deteriorar la buena administración de los flujos de caja y la oportuna cancelación de compromisos. Se puede estar seguro que la competencia estará atenta al comportamiento de los tipos de cambio y buscará tomar ventaja de estas posiciones. Tomar conciencia de la importancia de estos elementos y contar con las herramientas apropiadas permitirá consolidar su firma y obtener ventajas competitivas, que se traduzcan en éxito y rentabilidad.

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